Concavidades convexas: Una profetisa para nuestros días (II)


La doctrina de la Rerum Novarum de león XIII y la Quadragessimo Anno de Pío XI fueron la fuente inspiradora de toda una gran serie de artículos en los que revelaba la desconocida Doctrina Social de la Iglesia, que no es más que la aplicación de la ley del amor a la economía y las relaciones sociales. Esto no se quedó sólo en palabras, su espíritu ardiente le llevó a la
  creación de casas de acogida en las grandes ciudades de EE.UU y granjas formativas entre los grandes latifundios de los distintos puntos de Norte América. Sin embargo, su activismo social y sus reivindicaciones no estaban desligadas de una profunda vida interior.

Como ella misma comentaba “No me atrevería a escribir ni a hablar, ni a tratar de seguir la vocación que Dios me ha dado para trabajar por los pobres y par la paz si no tuviera esta tranquilidad constante de la misa”. Sus amigos más cercanos aseguran que “creía firmemente que la oración era el primer deber de todos los que trabajan por la justicia social, y solo lo que se hacía por Cristo y con Cristo era valioso”. Su vocación por el servicio a los más pobres tenía como fondo su vocación benedictina, haciendo la profesión de oblata secular benedictina en 1955,  siendo como era una presencia contemplativa en medio de un mundo secularizado. La verdadera opción por la libertad humana y la redención del hombre tenía una respuesta  propia de una hija de san Benito: “Lo mejor que podemos hacer en la causa de nuestra redención y para conquistar la verdadera libertad es leer las Escrituras. Después, leer lo que los santos canonizados nos tienen que decir”, es casi como un eco de lo que san Benito en el capítulo LXXIII de la Regla recomiendo al monje que tiene prisa para alcanzar la madurez de la vida monástica[1] .

Nada hay más sagrado que la reivindicación del derecho de los más pobres, pues seremos juzgados en si dimos de beber, dimos de comer, acogimos, fuimos a visitar… pero esto va más allá de unas meras obras externas, esto nace de una actitud profunda del corazón, pues para ella la hospitalidad, esa virtud que tanto se elogia en la Regla de San Benito y que ella como laica y benedictina vivía con radicalidad, consiste sobre todo “en abrirnos a nosotros mismos y abrir nuestro corazón a las necesidades de los demás. Hospitalidad no es sólo ofrecer un refugio, sino la calidad de la bienvenida que hay detrás”.

El papa Francisco en el V Centenario  de Santa Teresa nos dejó  una preciosa carta en la que sintetizaba la doctrina de santa Teresa como un camino: un camino de alegría, un camino de oración, un camino de de fraternidad y un camino que es saber vivir nuestro propio tiempo, con sus retos y dificultades. 

Siguiendo ese camino, Dorothy vivió en su tiempo, inmersa en la causa de los más pobres y en contra de las injusticias, se opuso al apoyo moral que muchos gobiernos y amigos suyos dieron al bando republicano en la Guerra Civil española, sabiendo que en una guerra  no hay buenos ni malos, se opuso a la segunda Guerra Mundial, a la carrera armamentística de la Guerra Fría y a la Guerra de Vietnam. Con matices aceptaba el concepto de “guerra justa” pero no creyó que fuese justa ninguna de las guerras que vivió. No era propiamente una pacifista activista, sino una mujer pacífica y evangélica, detrás de su opción por la paz no había una ideología o un cálculo estratégico, sino el Sermón de la Montaña. Las armas de Dorothy son las evangélicas, durante  el Concilio Vaticano II fue Roma junto con veinte mujeres para dedicarse a la oración y el ayuno durante la preparación de la “Gaudium et Spes” para que hubiera en ella una declaración en favor de la paz y condenando la guerra nuclear. 

Ella como conversa y como quien entra en la iglesia después de haberla visto desde fuera, defiende y comprende su misterio, su realidad teológica, la necesidad que los hombres tenemos de ella, de sus sacramentos, de sus sacerdotes,  pero a su vez veía con realismo la parte humana, las sombras de la Iglesia de la que ella se sabe con perfecta clarividencia parte:

“Si la Iglesia no estuviera compuesta por personas que no fueran hipócritas, que no estuvieran convencidas de que son los emisarios personales elegidos de Dios , llenos de todas las virtudes y libres de todos los vicios, no sería la Iglesia que debería ser, una Iglesia de pecadores. Estoy en un verdadero aprieto. Quiero que la Iglesia se amenos pecaminosa, pero sé que todos somos pecadores, y sé que me estoy arriesgando a convertirme en uno de los peores pecadores al denunciar a tantos pecadores. “

Su espiritualidad se movía, por tanto, en torno a unas realidades profundamente espirituales y profundamente sociales, esto no es un contraste sino la consecuencia de un alma que quiere situar su corazón en Dios y desde Dios situar todas las cosas en Él.

“Cuando rezamos maitines y completas, estaos usando la inspirada oración de la Iglesia. Cuando oramos con Cristo (no a Él) percibimos a Cristo como nuestro Hermano. Pensamos en todos los hombres como hermanos, los vemos como miembros del Cuerpo Místico de Cristo. “Todos somos miembros, unos de otros”: recordando esto, nunca podemos ser indiferentes a las miserias y a los males sociales de cada día. El dogma del cuerpo místico tiene enormes implicaciones sociales”.

Dorothy es puesta por el Papa Francisco como referencia y modelo de construcción de una civilización del amor ante el Congreso de los EE.UU, también para nosotros es el ejemplo de otro Noé que ante la inminencia del Diluvio prefirió escuchar la voz de Dios y construir un Arca para todas las especies, y, sin quiere hacer una secta ni un grupo de perfectos, una vez salvadas las aguas del diluvio escuchar la voz de Dios que le llama a salir del Arca para construir la nueva Creación, una creación que solo puede ser redimida en comunidad

“No podemos amar a Dios si no nos amamos los unos a los otros y para amar tenemos que conocernos unos a otros. A Él le conocemos en el acto de partir el pan, y unos a otros nos conocemos en el acto de partir el pan, y ya nunca más estamos solos. El cielo es un banquete y la vida es también un banquete, incluso  con un mendrugo de pan, allí donde hay comunidad

 Todos hemos conocido la larga soledad y todos hemos aprendido que la única solución es el amor, y que el amor llega con la comunidad”

Los que vivimos en comunidad sabemos que no es un camino fácil, pero sabemos también que mucho más difícil que el camino de la fraternidad son los atajos del amor propio y del individualismo.

En estos pequeños rasgos de esta gran mujer vemos a una hija de san Benito en medio del mundo, comprometida que la hondura de sí misma, con una fuerte vida interior que la hacía comprometerse con los desafíos de su tiempo…Ella respondió con su vida, ahora nos toca a nosotros responder con nuestra vida a los desafío de nuestro tiempo.

 Longinos.



[1] Cf. R.B.LXXIII.

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