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Mostrando entradas de octubre, 2020

Cosas mínimas: Es hora de pensar en Dios

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  “Ya basta de hablar del hombre. Es hora de pensar en Dios”  Andrei Siniavski   Recientemente leí esta frase en un artículo del periódico, no recuerdo cuál en concreto, ni el nombre del autor, pero recuerdo que la atribuía al escritor ruso Andrei Siniavski. Me pareció bastante provocadora para los tiempos en que vivimos, tan marcadamente antropocéntricos. No he podido resistirme a pensar y escribir sobre ella, aun con la limitación de que desconozco el contexto en que está escrita y la intención del autor. No obstante, creo que la frase, por sí sola, ofrece una invitación interesante para bucear nuevamente el misterio del hombre, del mundo y de Dios. Poner fin al discurso sobre el hombre, para centrar la atención en la cuestión de Dios, podría parecer una invitación a volver a un trasnochado y retrógrado teocentrismo medieval, frecuentemente prejuzgado bajo la sospecha de que ante Dios el hombre queda reducido casi a la nada, como la gota de agua vertida en la inmensidad del

Atrio de los gentiles: ¿Es la Iglesia un lugar para hombres?

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Es un hecho frecuente y extendido que, en Occidente, los jóvenes católicos, una vez que se libran de la influencia directa de sus padres, dejan la Iglesia. Aunque las parroquias pongan todos sus esfuerzos en la catequesis, y la Iglesia despliegue una impresionante labor a través de la Escuela Católica, los jóvenes se van de la Iglesia, y quedan en ella sólo los ancianos. Obviamente, hay excepciones, aunque éste es el panorama general. ¿Por qué? ¿Qué está fallando? Un pensador y escritor católico norteamericano, Eric Sammons, ha tratado de afrontar este problema en su blog (abyssum.org), desde un punto de vista distinto al habitual. Seguramente muchos proyectos de catequesis y pastoral juvenil, observa Sammons, están bien hechos y se mueven por las mejores intenciones. No faltan buenos proyectos y buenos líderes católicos, pero el resultado es que los jóvenes dejan de ir a misa, y su vida de fe termina en la mayoría de los casos en una vía muerta. Entonces, en vez de concentrarse en

Concavidades convexas: Una profetisa para nuestros días (II)

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La doctrina de la Rerum Novarum de león XIII y la Quadragessimo Anno de Pío XI fueron la fuente inspiradora de toda una gran serie de artículos en los que revelaba la desconocida Doctrina Social de la Iglesia, que no es más que la aplicación de la ley del amor a la economía y las relaciones sociales. Esto no se quedó sólo en palabras, su espíritu ardiente le llevó a la   creación de casas de acogida en las grandes ciudades de EE.UU y granjas formativas entre los grandes latifundios de los distintos puntos de Norte América. Sin embargo, su activismo social y sus reivindicaciones no estaban desligadas de una profunda vida interior. Como ella misma comentaba “No me atrevería a escribir ni a hablar, ni a tratar de seguir la vocación que Dios me ha dado para trabajar por los pobres y par la paz si no tuviera esta tranquilidad constante de la misa”. Sus amigos más cercanos aseguran que “creía firmemente que la oración era el primer deber de todos los que trabajan por la justicia social, y