Concavidades convexas: Robert Schuman.

Robert Schuman:

La fecundidad del hombre interior[1]

 

Cuando Europa se encontraba en su peor crisis moral a merced de los hijos secretos del jacobinismo radical, cuando la Gestapo recorría todos los rincones para acabar físicamente con cualquier resistencia u oposición a la barbarie del materialismo racial y todo profetizaba que las dos bestias criadas por las ideologías ateas (marxismo y nazismo) iban a llevarse a la humanidad por delante, un hombre a imitación de Benito de Nursia en Subaico, catorce siglos después, “habitó consigo mismo bajo la mirada de Dios” (Habitavit secum[2]). Efectivamente, de manera irónica, este gran hombre que se sentía llamado a vivir su vocación monástica en medio del mundo como oblato benedictino, fue encarcelado por la Gestapo desde las kalendas de Octubre, esto es 14 de Septiembre, hasta el sábado santo. Este tiempo de encerramiento fue para él tiempo de oración, lectura y confinamiento, tiempo en el pensar qué será después de la guerra.

Él mismo nos cuenta su experiencia “Sabe usted que mi encarcelamiento en Metz duró exactamente, día por día, el tiempo que los religiosos llaman la gran cuaresma. El 14 de Septiembre víspera de la fiesta de la Nuestra Señora de los Dolores, fui detenido. En la noche del sábado santo salí de la cárcel, cuando las campanas de la Pascua tocaban en Metz”[3].

Durante todo ese tiempo, además de las vueltas que tuvo que dar los años posteriores escondido en la abadía trapense de Santa María de las Nieves, posteriormente en la abadía benedictina de Ligugé y otras casas religiosas, como nos cuenta su confidente él se dedicó a “rezar a placer sin ser molestado, igual que un monje”. Y añade todavía un dato muy interesante, sobre lo que fue para él este confinamiento: “Y si está autorizado a tener libros, es la felicidad; se halla uno entonces, en compañía de espíritus selectos o de acontecimientos importantes”. Es en este tiempo de interioridad cuando Dios operó algo grande en él, así lo deja caer cuando describe su estancia en la cárcel. “Es sabido que la cuaresma es un tiempo especial de examen, de ascesis y de oración. Bendigo a Dios por haber permitido que yo viviera ese tiempo especial”. Sabemos por las anotaciones por él realizadas que sus lecturas fueron entre otras La historia de los Papas de Von Pastor, historia de Roma y la Summa de santo Tomás de Aquino. Entre la oración y lectura de la Sagrada Escritura durante este tiempo escribió el ideario para una Francia después de la guerra y la idea de una Europa unida en torno a sus valores más profundos.

Hoy esta experiencia fecunda de Schuman nos debe llevar a dar prioridad en nuestra vida a la oración, al estudio de las fuentes culturales y espirituales de nuestra civilización y nuestra fe, viviendo sin escapismos nuestro presente, como él vivió con esperanza la tragedia más grande que ha vivido Europa teniendo, según su propio testimonio, “confianza inquebrantable en la Providencia, en el valor de las fuerzas imperecederas, en la gracia de arriba, que no nos faltará en el momento crucial. Unamos nuestra oraciones”.

Se habla de la necesidad de un nuevo san Benito, pero pienso si con esta necesidad de un nuevo Benito no eludimos nuestra responsabilidad de ser nosotros los actores principales de la historia que nos toca escribir con nuestra vida y ponernos a merced del primer ilimunado, todos tenemos que ir a nuestra cueva de Subiaco y habitar con nosotros mismos bajo la mirada de Dios[4]... pero como enseña san Benito en su Regla antes de empezar una obra buena pídele a Dios con oración insistente que la lleva a término[5], así como el mismo Robert Schuman nos ha dicho, “unamos nuestras oraciones” y trabajemos juntos nuestro futuro, nuestra historia.

 

Longinos

 



[1] Este artículo es totalmente deudor de esta obra R. LEJEUNE, Robert Schuman Padre de Europa, Palabra, Madrid 2009, la cual recomendamos vivamente.

[2] San Gregorio Magno, II  D, III.

[3] R. ROCHEFORT, Robert Schuman, Ed du Cerf, 1968. P.97. Citado por R. LEJEUNE, Robert Schuman Padre de Europa, Palabra, Madrid 2009. p. 110.

[4] San Gregorio Magno, II  D, III

[5] Cf. R.B, Pról, 4.




Comentarios

  1. "Hace falta un nuevo san Benito". Cierto. Pero, como indica el autor en el texto, eso no lo debemos decir mirando a nuestro lado, sino mirando a Dios que nos mira a nosotros. Eso nos lo dice Cristo a cada uno: "Hace falta un nuevo san Benito, una nueva santa Teresa... ¿quieres entregarme tu vida y serlo tú?". Lo dice el papa Francisco: "Todos estamos llamados a ser santos viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones de cada día, allí donde cada uno se encuentra" (GeE 14). Lo dice el Concilio (cfr. LG 11). Por poner sólo dos ejemplos...

    El texto me sugiere otra cosa para pensar en voz alta. ¿Cual serían "las fuentes culturales y espirituales de nuestra civilización y nuestra fe"? ¿Se podría hacer un "canon" breve, una selección (siempre incompleta) de 10 fuentes? ¿Se podría creer un grupo de lectura y comentario común? ¿Hay alguien que se anime a vivier una experiencia de lectura y oración comunitaria sobre esas fuentes?

    Y, al mismo tiempo... ¿no hay un desconocimiento "popular" sobre esas fuentes y, también, sobre los santos que son y han sido "raíces" de nuestra civilización y fe en España? Especialmente entre los jóvenes... ¿Conocen a los grandes santos españoles, a los que imitar, cada uno en su camino propio?

    Son sólo preguntas que me surgen...

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    1. Buenos días Juan Luis, gracias por tu aportación.
      Intentaremos recoger el guante que lanzas: la propuesta de elaborar un breve “ “canon” que recoja las fuentes culturales y espirituales de nuestra civilización y nuestra fe.

      En cuanto a cómo responder a la invitación, con la que nace este blog, de buscar nuevos Subiacos y Ciudadelas, te invitamos (e invitamos a los demás lectores) a promover estos espacios de lectura, oración... en vuestro ámbito: familias, grupos, parroquias... sin esperar a que sea otro el que, desde arriba, nos los provea.
      Al mismo tiempo, y trataremos de proponer lecturas que ayuden a despertar el deseo de Dios y aviven nuestras ganas de encontrar los mejores cauces para escuchar y seguir su Voluntad.

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